lunes, 31 de enero de 2011

Columpiando en mis memorias I

Sentada en el parque un tiempo a solas, en el parque a solas pasa el tiempo, lo veo marchar con aquellos que han decidido levantarse temprano (son las 8:45 AM).Esos que han interrumpido el sueño por marcharse a correr para adelgazar aquella grasa matutina que con el pasar de los años se ha acumulado dando paso a esos estorbos de carne, que coloquialmente en dominicana llamamos "chichos". Sentada en el parque sin nada mejor o peor que hacer pienso. Pienso y observo a mi alrededor, me observo: ropa de ejercicios, cabello desarreglado, ojos exhaustos y mareados por la escasez de sueño; llevo un jugo en la mano derecha junto con mi billetera y en la otra una funda de comida chatarra, ésa comida que nos aporta un mínimo de nutrientes pero añade un gran porcentaje de satisfacción. Observo a mi alrededor, miro uno de esos juegos que prometen un "reto" a tu aptitud física, buscan probar si aún somos seres humanos capaces de lograr mover montañas con un poco de fe... bueno tal vez no buscan mover montañas. El juego que observo consiste en subirse a las rejas de metal y llegar al otro lado con las manos, aplicamos una fuerza puesto que nuestro cuerpo queda en el aire y debemos mantenerlo así hasta llegar al otro extremo de éste simple deporte. Deseosa de probarme a mí misma lo pienso unas veces... ¿me veré tonta? ... nada que va... me digo... total nadie está pendiente de nadie. Me decido, voy, regreso, voy, regreso. Agotada como me encontraba antes de aceptar el reto de aquella distracción me derrumbo en una banca y me quedo en blanco, vuelvo a observar. Al fondo a mi derecha encuentro entonces un columpio, siempre me han llamado la atención ese tipo de juegos así que no lo pienso tanto como lo pensé antes, entonces vuelvo y acepto nuevamente el "desafío".

Subo las piernas... las bajo, las subo y las bajo, me inclino un poco hacia delante para "tomar" el control. Mientras me encuentro en el columpio, comienzo a revivir aquellos días de agradable infancia. Sumergida en el éxtasis del recuerdo, mi mente evoca memorias que inundan mis sentidos, ya no es 29 de enero del 2011, ahora es 12 de febrero del 2001. Tenía 9 años y me encontraba como siempre en la hora de recreo (que horas aquellas jaja). Hasta los... 12 años tal vez siempre que pude opte por salir despavorida en el momento que tocaran la campana para subirme a los columpios, tuviera o no que discutir con uno que otro estudiante más joven incluso más viejo que yo, obtenía el juego a como diese lugar. Entonces subía y bajaba, subo y bajo. Por instantes suelo regresar a mi realidad, y pienso en aquel entonces, siempre pude ir a toda velocidad como ahora, siempre lograba hacer girar el columpio (ahora ya no, estas tablas no se doblan, y éste cuerpo está agotado), sin embargo hay algo que nunca pude, ni he podido hacer aún, dudo que lo haga. Brincar. Nunca me atreví a dar el brinco cuando me encontré en la punta, al borde de la velocidad y los giros. La más rápida, la que mas disfrutaba de las vueltas aquellas que inspiraban todo menos miedo o vergüenza.

Antes de continuar contándoles quiero recalcar que no estoy intentando regresar a una etapa, no, nunca me ha atraído volver atrás, sólo estoy tratando de hacer una comparación entre mi yo actual, y mi yo de antes, esa niña intrépida, algo loca, menos femenina que ahora, la cual una vez fui y me gusto ser. No estoy deseando volver atrás, me gusta quien soy.

Veloz, girando, extasiada en el columpio, no pensaba en mas nada que brincar, dar un salto hacia aquello que desconocía, que me llamaba pidiéndome que le diese una oportunidad; siempre rápida, siempre dando vueltas, sin brincar. No brincaba por temor a lo diferente, no, o eso quiero creer. Pensé, pensaba en ese momento en las cosas qué adicionaría aquel peligroso y deseado salto, a mi vida... ¿qué le sumaria? entonces no brincaba. Los demás, igual de rápidos algunos aunque sin las vueltas, otros igual de revoltosos girando en los aires más faltándoles velocidad; yo veloz y girando sin pegar el salto que tal vez cambiaría mi vida radical (o físicamente). Vuelvo al presente, veloz y revoltosa, aunque con menos energía. El viento revolotea y juega entre mis rizos, sí hoy me he dejado mis rizos, recuerdo cuanto detestaba dejarlos ser libres (y eso que estaban en todo su derecho). El viento no es el mismo pero se siente igual al de aquella vez; aquellas veces... el juego consiste en lo mismo, pero yo estoy diferente, soy diferente a la niña revoltosa que deseaba y no podía, no quería saltar; soy diferente pero no salto, aquel lugar aun no logra convencerme del todo, estaba feliz, girando, veloz, imaginando (algo nuevo) recordándome, comparando, sin brincar.

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