domingo, 19 de febrero de 2012

Una espera a la visita...

La poesía viene a mí en los momentos más siniestros,
cuando el corazón se ha cansado de rebatir,
 exhausto y harto ya de tanto reclamarle,
tira el papel y se tira ya a dormir

Las tristes horas se desvelan junto a ellos,
los pensamientos avergonzados deben de estar,
pues no hay pasión que los labios resguarden,
que las olas no hayan dicho a todo el mar.

La poesía viene y la comparto,
le permito en mi casa resguardar,
el dolor que el tiempo le ha obsequiado,
el amor que hoy a mi me quiere dar.

Me observa triste, pensando y recordando,
dibuja cuanto cree me hará tomar,
aquellos dones que la vida me ha donado,
que un día tiré sin ganas de regresar…

La poesía llora sin promesas,
se sienta sola a esperar otra ocasión
en la que un beso por ella se desboque
en la desolada atracción de un nuevo amor.

La luz de la luna que en mi mesa se refleja,
baila sola el son de la aflicción,
mientras ella, la poesía, tan sincera,
se acerca y me ofrece su calor.

La pequeña musa llora y se desvela
en mi triste y alumbrada habitación,
tiene miedo de que alguien le reclame,
está triste porque me he dormido yo.

La poesía se marchita aquí a mi lado,
pues mis dedos no la quieren ya frotar,
se deshojan sus labios marchitados,
a mis pies se derrumba y nada más.

A la poesía acaricio y la tomo entre mis brazos,
no tengas miedo le susurro y algo más....              
nunca los versos podrán a mí hacerme daño,
mientras tú, triste y tan sola, continúes tomando mi lugar.

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